Visitar el Santuario Las Pumas, se convirtió en un punto de inflexión para mi relación con los animales. Durante el recorrido pude escuchar cómo muchos de ellos llegaron a este gran lugar porque la vida les dio una segunda oportunidad: unos después de haber sido atropellados y otros, porque fueron encontrados como infantes sin sus madres; sin embargo, lo más impactante y al mismo tiempo doloroso, fue escuchar el caso de aquellos que fueron decomisados por autoridades locales, porque los mantenían en cautiverio.
No pude evitar enojarme y cuestionarme cómo alguien podría tener a un animal en cautiverio sin pensar en las consecuencias. Pero poco tiempo después encontré un video viral en Twitter sobre un perezoso que era trasladado en una lancha, mientras las personas del video lo veían con ternura y lo acariciaban. En la publicación muchos comentarios se trataban de lo enternecedor del video y expresaban que querían acariciar a uno algún día.
Fue en ese momento que entendí, que parte del impacto negativo de los seres humanos en la fauna silvestre tiene que ver con la poca educación y consciencia que tenemos en el tema, para nosotros como humanos, todo se ve desde nuestra perspectiva, y a todo el atribuimos esta forma de pensar y sentir, al punto de desconectarnos de la realidad de otros seres, como los animales.
Terminamos asociando comportamientos que no entendemos de los animales, convirtiéndolos en una historia linda y tierna, al punto de quererlos como “nuestros”, como “mascotas”.
Pero ya sea por razones inofensivas, como sentir demasiada ternura, sentirse demasiado maravillado ante un hermoso ejemplar, o hasta necesitar compañía, cada vez que un animal silvestre, (todos aquellos que no han sido apropiados por los seres humanos como si se ha hecho con los perros y gato) es forzado a estar fuera de su hábitat para estar en jaulas, casas o fincas, los estamos condenando a una vida que ellos no escogerían.
Una de las razones más importantes para evitar tenerlos en cautiverio, en el caso de quienes compran, es que es ilegal, y segundo porque detrás de cada animal hay una tragedia de abuso y hasta de destrucción de bosques. El tráfico de animales es uno de los negocios ilegales más lucrativos a nivel mundial”, incluso “comparable con el tráfico de drogas” de acuerdo con el estudio “Tendencias emergentes en el tráfico ilegal de animales en Mesoamérica”.

Fotografía: Pepe Manzanilla
Y si hablamos de los ecosistemas, pues deduzcamos que en la naturaleza todo está conectado. Y si ellos no están para hacer ese trabajo, nadie lo hará y con ello la oportunidad de la que la naturaleza siga un ciclo natural se perderá para siempre.
Pero la historia no solo termina ahí, tener a un animal silvestre en casa es una idea bastante egoísta; estar lejos de su hábitat les genera estrés, y esto se manifiesta por medio de señales como la caída de su pelaje, o la mirada triste de sus ojos. Y por más buenas intenciones y ganas de brindarle mucho amor, o darles la mejor comida, el impacto que esto tiene va más allá, porque se les esta causando un trauma: haber sido despojados de su hábitat, quitándoles cualquier posibilidad de volver a ser los individuos que por naturaleza merecían ser.
Lo cierto es que necesitamos entender que nuestra relación con la naturaleza no solo se basa en obtener lo que podamos de ella, sino que debemos considerar qué tanto damos de vuelta y cómo nos integramos de una forma más empática y respetuosa, tomando en cuenta que somos parte de un sistema global en el que todo está relacionado. Solo así lograremos un futuro más sostenible para todos los seres vivos.
Gabriel García Castillo
Colaborador del Centro de Rescate y Santuario Las Pumas